¿Construir el Reino aquí o esperar que todo pase para que nos llegue, nuevo, del futuro? En la historia de la espiritualidad cristiana siempre ha habido una tensión entre la caridad y la esperanza. A menudo, esta tensión fecunda se ha desequilibrado por una concepción unilateral de la caridad o una visión sesgada de la esperanza.
El cristianismo predica la transformación del mundo según la justicia del Evangelio, según el amor de Dios que nos exige el amor al prójimo y el perdón hacia todos los enemigos. Y el cristianismo predica también la llegada inminente de un Reino que nos desborda, la presencia inminente de Cristo glorificado que transformará este mundo en “un nuevo cielo y una nueva tierra”. ¿Cómo mantener el equilibrio entre ambas dimensiones?