¡Dicen que tembló la tierra!

Este Viernes Santo, en lo alto del Gólgota, han elevado tres cruces, y entre dos ladrones han crucificado también a un inocente, Hijo Único del Único Dios Verdadero.

Suspendido en lo alto, frente a una multitud, está casi solo, pues los suyos han huido casi todos. Quedan pocos, ¡¡Pocos!!

Tantos que iban con Él días atrás, ¿Dónde están hoy?

En este día todos te hacen el vacío, Abandonado Señor: Hoy no hay ni peces, ni pan. Es el día del dolor que causa el amar sin medida llevado en soledad.

¡¡Tú, Buen Señor!! Que lo das todo. Has sido desposeído de lo poco que tenías, solo te queda ¡¡ese Amor!! Que te alienta y fortalece en tu Calvario. Te han arrebatado hasta la túnica que te cubría.

Mueres amando y perdonando y vas a ir a Tu Padre sin nada….¡desnudo! ¡Hijo Pródigo del Hombre!

Solo llevarás un paño de pureza y cinco llagas como prueba de Amor al hombre y del dolor pasado.

Sí, hasta la tierra se estremeció al ver tanta crueldad contra su Creador, viendo la furia del hombre contra el Dios-Hombre, maltratado hasta convertirlo en carne de sepulcro.

La Naturaleza herida en sus derechos frente a la injusticia contra su Principio. ¡Mi Dios! ¿Qué hiciste para poder soportar y contemplar cómo el cuerpo de tu Hijo Amado, ultrajado casi más allá del alma, entregaba la vida de esa tan crudelísima manera? Aquel en quién te complacías.

También hoy al Dueño y Señor de la Vida se la quieren quitar. Pero Él la entrega, nadie se la quita. Él la da.

También aquel día, Padre, tuviste que esperar, callar y ¿obedecer? A Tu Hijo: “Padre: ¡Perdónalos porque no saben lo que se hacen!”

Dicen que tembló la tierra… ¡Nosotros la hubiéramos destruido, en nuestra falta de amor y afán de venganza!, si hubiéramos tenido el poder – ¿qué poder?- de Dios.

Pero Dios, amaba, perdonaba y esperaba. Tanto es el Amor de Dios, que nos ofreció al Uno por cada uno de todos nosotros, al Grande Hijo de Dios por cada pecador y pequeñuelo humano.

Y al Dios de la dulzura, que dio la sangre, el agua y el Espíritu, ¡lo quieren calmar con vinagre y hiel!

¿Alguien mostró la realidad y la verdad del Amor de la mejor y más fiel forma? ¿Alguien encontrará otra fórmula para hacerlo? Es necio pensar así. No remachemos los clavos de los que pendió nuestra Salvación.

No olvidemos que el Viernes Santo de cada día lo generamos cuando no queremos ser conscientes de esta Verdad, que no pudo matar la muerte, de ese Camino que nadie pudo extraviar ni confundir; cuando no miramos con amor; cuando traficamos las cruces con falsas libertades que nos separan de la Verdad Viviente hecha carne humana como la nuestra. No olvidemos pedirle al Señor que nos enseñe a mirarle, a caminar a la sombra de su Sombra, a esperar contra toda esperanza que resucitaremos con Él, cuando quiera. Y que hasta entonces, no crucifiquemos a nadie más, por verdad de más o de menos.

Mari Luz.