«La Iglesia está llamada a ser pueblo del agua»

El domingo 13 de noviembre la parroquia de Santiago Apóstol de Ciudad Real peregrina a Toro (Zamora) para visitar la exposición ‘Aqua’ dentro de la XXI edición de ‘Las Edades del Hombre’. Es “una invitación a bañarnos: meternos con Cristo en los caminos de Dios a través del agua”, apunta el sacerdote Manuel Pérez Tendero. Una iniciativa que surgió en el seno de la Pastoral Bautismal, de la que forman parte algunos fieles que también integran la Pastoral Familiar, como Julián, que subraya la importancia de “hacerlo juntos, como familia, como comunidad de bautizados”. Antes de ponernos en camino, vamos a recorrer a continuación en esta entrevista el contenido de la exposición.

 

‘Aqua’, la exposición que se puede ver en Toro (Zamora) dentro de la XXI edición de ‘Las Edades del Hombre’ y por la que ya han pasado más de 200.000 visitantes desde que abriera sus puertas a finales de abril, se estructura en seis capítulos. Los cuatros primeros se pueden contemplar en la Colegiata de Santa María la Mayor y los capítulos cinco y seis en la iglesia del Santo Sepulcro. En esta muestra, el agua es el tema central como materia e instrumento del Señor para actuar en la Historia de la Salvación. Acontecimientos y personajes del Antiguo y del Nuevo Testamento son los protagonistas. El sacerdote de nuestra parroquia, Manuel Pérez Tendero, explica que “estas exposiciones de ‘Las Edades del Hombre’ suelen tener en cuenta la Historia de la Salvación, siempre. De una forma o de otra, Antiguo y Nuevo Testamento, es decir, desde Adán hasta Cristo y la Iglesia. Es lo que han intentado estos mismos seis capítulos”.

Capítulo I. “Los cimientos: el agua y lo humano”

En el primer capítulo, “serían un poco los cimientos, es decir, el agua y lo humano. Cómo el agua es un símbolo humano, no es un símbolo que se inventó Jesucristo ni que la Iglesia ha inventado. El agua, no es solamente símbolo, es una realidad humana, vital. Por tanto, el significado antropológico y cultural también, como en algunos mitos griegos. Es decir, el significado natural del agua”, comenta Manuel Pérez Tendero, aclarando que “la Historia de la Salvación siempre se remonta al Dios creador de todos los hombres, no solamente de la Iglesia”.

Capítulo II. “El agua en el Antiguo Testamento”

El segundo capítulo sería “el Antiguo Testamento desde los orígenes hasta Juan el Bautista excluido. Cómo el Antiguo Testamento tiene mucho que ver con el agua. Ya veremos qué exponen aquí pero sería muy interesante que expusieran algo, si tienen, de Eliseo porque la mayor parte de los milagros de Eliseo tienen que ver con el agua”. “El paso del río Jordán y antes el Mar Rojo, el agua de Ezequiel […]. Hay muchas lecturas del agua, sobre todo, la del Éxodo –Ex 14-, el paso del Mar Rojo, y también hay un texto de Isaías 12 y de Ezequiel 36 donde aparece el tema del agua que nos purifica. Pues, todo eso supongo que estará ahí un poco simbolizado, el agua en el Antiguo Testamento”, señala Pérez Tendero.

Capítulo III. “El paso del Antiguo al Nuevo Testamento. Juan el Bautista”

El tercer capítulo “se centra en un señor muy importante que es el gozne o paso del Antiguo Testamento al Nuevo Testamento y que tiene que ver mucho con el agua, de hecho, se le apodó así: Juan el Bautista, Juan el del agua, Juan el que bautiza”. Y, “¿dónde se da el paso de Juan a Jesús? En el agua, en el Jordán. ¿Dónde se da el paso también, por cierto, en el Antiguo Testamento de Moisés a Josué? En el Jordán. El agua como lugar de paso desde fuera de la tierra adentro de la tierra. Desde la época antigua a la época nueva, desde este mundo al cielo, el agua es lugar de paso, lugar que hay que atravesar”, puntualiza Manuel.

Capítulo IV. “Jesús de Nazaret, el corazón de la Historia de la Salvación”

El cuarto capítulo “es ya Jesús de Nazaret, el corazón de la Historia de la Salvación y, aquí, pues se hace un recorrido pedagógico. Episodios bíblicos, episodios evangélicos que relacionan a Jesús con el agua. Las bodas de Caná; antes el Bautismo; la piscina de Bethesda; la vocación junto a las aguas del Mar de Galilea; el pozo de Sicar con la samaritana; la piscina de Siloé y el ciego de nacimiento –Juan 9-, hay un montón”.

“Jesús de Nazaret y el agua. Es una perspectiva interesantísima para acercarnos a Jesús. Jesús desde el agua, Jesús y el agua. Es una cristología acuática. Eso sería la Historia de la Salvación hasta su plenitud y luego ya el hoy, la Iglesia”.

Capítulo V. “Bautismo. La Iglesia y el agua”

El Bautismo es el capítulo quinto. “La Iglesia y el agua, sobre todo, el Bautismo, qué significa el Bautismo –que nos viene muy bien para toda nuestra pastoral de bautizos en la parroquia-. También el agua bendita, qué significa el agua bendita en la vida diaria de la Iglesia pero, sobre todo, el significado del Bautismo como incorporación a través del agua al misterio de Dios, muy interesante”, apunta Manuel Pérez Tendero.

Capítulo VI. “Los del agua: los lavados, los consagrados, los santos”

El capítulo sexto tiene que ver “con los del agua”. “¿Quiénes son los del agua? Los lavados, los consagrados, los santos. Cómo el agua nos limpia y nos santifica. La Iglesia está llamada a ser pueblo del agua, pueblo limpio, pueblo de santos. Y, parece ser, que se ha insistido en los santos que tienen que ver con el agua. Santos cuya historia, milagros y vida tienen que ver también con el agua”.

“Entonces, llegamos gracias a eso a nuestros días. Lo que vamos a ver es simbólico pero lo que vivimos es real, nosotros somos también parte del agua, también hemos tocado el agua y seguimos tocando el agua y estamos llamados a ser santos como consagrados”.

Pérez Tendero cree que es “una invitación a bañarnos, a meternos en el agua, a pasar el Jordán, a no quedarnos fuera. Es decir, no mirar los toros desde la barrera, no mirar la piscina desde fuera sino meternos, sepamos nadar mejor o peor, meternos con Cristo en los caminos de Dios a través del agua y nadar, la Salvación”.

¿Por qué vamos a Toro (Zamora) a visitar esta exposición y por qué es importante, sobre todo, para la Pastoral Familiar y Bautismal aunar arte, familia, Bautismo y peregrinación?

“Creo que la parroquia se construye, sobre todo, con la misa, con la Eucaristía compartida, pero sí es verdad que si vamos a misa y salimos de misa corriendo, además, tenemos la tendencia, sobre todo en Ciudad Real capital, como podemos elegir parroquias y podemos elegir horarios pues solemos tener una vivencia bastante individual, no digo individualista, pero sí, por lo menos, individual de lo que es el cristianismo y, claro, eso no es”.

“La misa es juntarse a comer, la misa no es ponerse en un rincón e ir a que te den un trocito de pan, es sentarse juntos a comer. Entonces, querríamos ayudar a la misa a construir parroquia, es bueno verse de vez en cuando. […] Una excursión significa que la parroquia, quien pueda de la parroquia porque mucha gente no puede, pero quien pueda pues que nos conozcamos en un día de convivencia-catequesis. Convivir juntos pero con un tema, pasar un día juntos pero que tenga también una catequesis”, comenta Manuel, que considera que “el arte es otra forma de llegar al corazón y a la persona, es otra forma de educar, es otra forma de hacer pensar, de crear interrogantes. Es decir, la belleza. No solamente porque el arte tenga significado, sino por la belleza. La belleza transmite. Además, es que Dios es la belleza, Jesús es la belleza encarnada”. Y, sobre todo, tenemos un patrimonio artístico que “nuestros antiguos lo hicieron para compartir su fe y para ayudarnos a integrarnos en su fe, por tanto, es cumplir con el objetivo que el arte tuvo en principio. El arte religioso, por lo menos cristiano, no fue hecho para ponerse en museos, sino para creyentes, para ayudar a los creyentes a entrar en el misterio de Dios”.

‘Las Edades del Hombre’ es lo que intenta, “poner el patrimonio de las diócesis de Castilla y León al servicio de la catequesis, al servicio de un arte que evangeliza, al servicio de una belleza que une y atrae. Entonces, queremos un poquito eso, que nos guste, que nos dé un mensaje y que convivamos”, afirma Pérez Tendero.

Por su parte, Julián, que forma parte de la Pastoral Familiar y Bautismal, señala que “peregrinación es salir, ponerse en camino y salir de nosotros, también de nuestras comodidades, buscar al Señor y ponernos en camino también con un objetivo. Y es también hacerlo juntos, como familia, como comunidad de bautizados y, en ese sentido, también aprovechamos para formarnos, para fundamentar nuestra fe, para también, a la vez, ver en qué creemos, para orar juntos. Al final, es hacer también comunidad y familia”.

“El Bautismo nos da el ser hijos de Dios y, en ese sentido, empezamos a participar de la vida divina. El Señor va haciendo camino con nosotros y, a la vez, vamos recibiendo sus dones”, comenta Julián y añade que “le llamamos sacramento de la iniciación porque es el primer paso pero a partir de ahí va viniendo todo”.

“Si nos referimos, por ejemplo, a la exposición, todo el camino de la exposición de ‘Aqua’ está basada en eso, en sumergirnos en ese ‘Aqua’ y en ir viendo a través de la belleza de las pinturas y de la escultura cómo Dios se ha ido manifestando y a través del agua. […] Es una exposición para meditar, para ser catequética, para evangelizarnos y para entrar en el misterio que, al final, es un poco lo que buscamos”, explica Julián, subrayando que “en esta peregrinación vamos unos poquitos pero toda la parroquia. Somos unos poquitos los que podemos ir pero también invitamos a que toda la parroquia participe porque, al final, todos nos enriquecemos”.

El Bautismo abre la puerta a los demás sacramentos pero todos giran en torno a la Eucaristía

A la pregunta de si el Bautismo no es solo puerta sino el que vertebra el resto de los sacramentos, el sacerdote de nuestra parroquia, Manuel Pérez Tendero, aclara que “todos los sacramentos giran en torno a la Eucaristía, ella es principio y meta. Lo que pasa es que, en el sentido de que en el Bautismo se siembra un germen que luego va a ir dando fruto, en ese sentido sí. Pero el sacramento del que depende el Bautismo es la Eucaristía. La Eucaristía es, le llamamos el sacramento de nuestra fe, por tanto, ese es el sacramento de los sacramentos, es el sacramento por antonomasia. Entonces, la Eucaristía es el más importante, el segundo es el Bautismo, pero la Eucaristía es el que vertebra. Ahora, no se puede acceder a la Eucaristía sin el Bautismo y la Eucaristía es meta de lo que en el Bautismo se siembra, por tanto, se necesitan mutuamente. Pero vamos, si hubiera que elegir uno y el corazón de la Iglesia, la Eucaristía”.

Virginia R.L.