Una de las cuestiones que más ronda –o debería rondar- por la mente de una persona es: ¿Qué mundo estamos construyendo?
A veces parece que todo se pone en contra, que lo que nos rodea invita más a vivir según criterios propios o relativos, que a vivir como nos aconseja Aquel que nos amó desde el principio y nos amará infinitamente.
“El mensaje cristiano ofrece una visión universal de la vida de los hombres y de los pueblos sobre la tierra, que hace comprender la unidad de la familia humana” (Compendio DSI 432).
Quien descubre la Verdad y se esfuerza por conocerla, entiende que esta vida es una oportunidad única para elegir libremente seguir los designios del que nos llama a construir un mundo en el que la labor de cada uno cuenta a favor del bien común.
La persona que conoce la Verdad no impone, propone; no juzga, aconseja; no ofende, escucha; no hiere, ama…
“El Señor Jesús es el prototipo y el fundamento de la nueva humanidad. En Él, verdadera «imagen de Dios» (2 Co 4,4), encuentra su plenitud el hombre creado por Dios a su imagen. En el testimonio definitivo de amor que Dios ha manifestado en la Cruz de Cristo, todas las barreras de enemistad han sido derribadas (cf. Ef 2, 12-18) y para cuantos viven la vida nueva en Cristo, las diferencias raciales y culturales no son ya motivo de división (cf. Rm 10, 12; Ga 3, 26-28; Col 3, 11). (Compendio DSI 431).
Dios llama continuamente a obreros a trabajar en su viña, en este mundo que pide paz entre sollozos, para dar a conocer la Verdad que clama por la vida, la unidad y la fraternidad.
Equipo de Pastoral Obrera