Llaves en las Manos

En la iconografía del arte cristiano, san Pedro es representado con una o varias llaves en su mano. San Pablo, normalmente, con una espada; san Marcos, con un león; san Juan Zebedeo, con un águila… Cada personaje posee su signo característico. ¿De dónde vienen estos símbolos? Normalmente, del texto bíblico o de su tradición interpretativa.

El caso de san Pedro es, tal vez, el más claro y uno de los que tienen su origen más evidente en la Biblia.

A mitad de su evangelio, san Mateo relata un diálogo entre Jesús y sus discípulos, en las cercanías del monte Hermón, donde el Jordán tiene una de sus fuentes principales, en los alrededores de la nueva ciudad que Filipo se está construyendo como capital de su tetrarquía.

Es la pregunta radical del evangelio y del cristianismo: ¿Quién es Jesús de Nazaret? ¿Cuál es el significado de su misión y su persona para la historia y para cada creyente?

San Pedro, en nombre de todos, a diferencia de la masa de Galilea, define a Jesús con un título conocido, aunque ambiguo, del judaísmo de la época: “Mesías”, Cristo. Añade otro título que, en algunos casos, era sinónimo del primero, aplicado al rey esperado: “Hijo de Dios”.

Como respuesta, Jesús también le da un título a Simón: “Pedro”, roca, piedra. Es un nombre y un símbolo que porta el significado de la misión que este varón de Betsaida va a tener en el grupo de los seguidores de Jesús. Él será cimiento y roca firme, su propia confesión de fe, su vinculación al Maestro, su conocimiento revelado del Mesías, será raíz inconmovible sobre el que la Iglesia podrá perdurar.

Junto a este nombre-símbolo que ha configurado a Simón para siempre, Jesús utiliza otro símbolo para representar su misión: “Te daré las llaves del Reino de los cielos”. De aquí nace el distintivo de la llave para caracterizar la figura de Pedro en el arte.

¿De dónde está proviene esta simbología aplicada a Simón? ¿Se le ocurrió a Jesús en aquel momento o está tomada, como tantas otras imágenes, de las Sagradas Escrituras?

Jesús la recibe de los profetas, de Isaías en concreto. Dios destituye a un mayordomo del palacio del rey y lo sustituye por otro más fiel. El cambio en el oficio se representa con un conjunto de símbolos: se desviste al anterior de su túnica y su banda para investir al nuevo mayordomo; de su hombro, colgarán las llaves del palacio de David y tendrá plena libertad para abrir y cerrar las puertas. Su misión será tan importante que será considerado como un padre para el pueblo de Judá.

Jesús de Nazaret ha venido a ser definitivo hijo de David, Mesías. Su palacio no está exactamente en Jerusalén: es el Reino que se extiende por toda la tierra y toda la historia. Simón, por tanto, está llamado a ser mayordomo de este palacio del nuevo David. Jesús, reconocido como Mesías, necesita también un conjunto de colaboradores en su reinado.

Jesús se fía de Simón, Dios se fía del hombre y le llama a colaborar en la instauración de su Reino.

Si la Iglesia es construcción con las piedras vivas de los creyentes, Simón está llamado a ser cimiento y piedra, su fe originaria sostiene la confianza de los hermanos. Si la Iglesia es palacio y el Reino es paraíso, Cristo es puerta y quiere que Pedro sea quien está junto a él, con las llaves, para que podamos entrar todos, según la voluntad de quien nos ha creado.

Simón recibe hoy el nombre de Francisco. Él es piedra y porta llaves, él está junto al Maestro con toda su fe para que el Arquitecto siga construyendo su palacio y el Salvador siga abriendo puertas a sus hijos.

Manuel Pérez Tendero