Para vivir el Camino hay que descalzar el alma

Virginia, una feligresa de nuestra parroquia, nos cuenta su experiencia después de participar en la peregrinación a Santiago organizada por la Diócesis de Ciudad Real, que tuvo lugar del 1 al 13 de agosto. Un testimonio que invita a vivir el Camino de Santiago de manera profunda…

Hay dos formas de caminar: hacia dentro y hacia fuera. Cuando te diriges a Santiago lo haces de las dos maneras y una te lleva a la otra.

Los kilómetros no importan cuando sabes que la meta merece la pena, pero pronto eres consciente de que cada paso cuenta y de que poco a poco dejas de ser la misma persona que decidió emprender este Camino.

FOTO 1 Virginia PLAYA DE LAS CATEDRALES - COMPOSTELA

Entre la foto de la izquierda –en la Playa de las Catedrales (Ribadeo)- y la de la derecha –en el autobús de vuelta a Ciudad Real, Compostela en mano- han pasado apenas trece días y todo un ‘ciclón’ que me ha renovado de los pies a la cabeza.

Mi bastón es espiritual y mi empeño es hacer todas las etapas pero el Camino es sabio y no tarda en mostrarte tus limitaciones.

La andadura se va acumulando en nuestras entrañas y los primeros signos físicos empiezan a aparecer. Las ampollas se convirtieron en mi segundo calcetín y en mi bendición.

Me las curaron y seguí andando. En ese momento empecé a ser consciente de cada paso, de por qué estaba allí. Las ampollas me hicieron pisar en firme y sortear pequeñas piedras; también valorar la importancia de dar un paso u otro, me enseñaron dónde pisar y cómo hacerlo y me hicieron parar en seco tras la octava etapa –en Arzúa-, cuando ya no me dejaban apenas seguir adelante. Pero, sobre todo, me abrieron aún más los ojos para ver el tesoro que tenía al lado, enfrente… ayudándome y abrazándome. Todas y cada una de las personas que me han acompañado en este Camino de Santiago: 38 amigos y amigas que acababa de conocer. 39 peregrinos que partimos desde Ciudad Real para recorrer juntos los casi 200 kilómetros de distancia que separan Ribadeo de Santiago de Compostela. Nos habíamos convertido en una gran familia.

FOTO 2 GRUPO EN UNA DE LAS PARADAS TECNICAS

Para una manchega, caminar por la imprevisible orografía gallega es transitar por tierra extraña, lo que te hace doblemente peregrina.

Solo desde los ojos de la fe se puede ver realmente la esencia de los que van a tu lado; de los peregrinos solitarios o de los que, como nosotros, en grupo, se lanzan a la aventura de pisar las huellas por donde ya han pasado otros, buscando un destino propio y un lugar donde todos somos acogidos.

De eso trata el Camino de Santiago, de un continuo encuentro. A los que somos creyentes, nos recuerda la importancia de sustentarse en la roca de Jesucristo, el único que nos hace mirar de otra manera. Él es nuestro ejemplo y nuestro guía y el que nos lleva al Padre que nos conoce y que nos pone pruebas para que aprendamos a vivir… a vivir de Verdad.

Y pasamos la prueba con su ayuda… llegamos a Santiago.

FOTO 3 TODOS EN LA PLAZA DEL OBRADOIRO 11-08-2014

Ahora viene lo difícil. Es hora de asimilar todo y de ponerlo en práctica. Este Camino enriquece y mucho… el alma y el corazón.

Dicen que el Camino de Santiago “engancha”, espero seguir siempre en Él. ¡Buen Camino!

 Virginia Rivera