Ilustre parroquiano, ya ante Jesucristo

 D. EDUARDO MORENO GÓMEZ

El Señor ha ido disponiendo las cosas de una manera sólo por Él conocida y según, como siempre sus tiempos, y sus «prontos».

D. Eduardo Moreno, Presidente Adjunto de la FMOEI, acaba de fallecer, mientras estaba celebrando la última vigilia del año, en la Parroquia de San Pedro de Ciudad Real, España.

MISA FUNERAL: 21 Enero 2017  a las 17:30h. Parróquia San Eduardo y San Atanasio, Madrid.

Dirección: Calle del Gral. Margallo, 6, 28020 Madrid  – Metro Tetuán.

“Dios es quien nos da la vida y también quien decide cuando termina, estamos contigo en este difícil momento y esperamos que tu alma encuentre consuelo, oramos para que Dios te ayude a superar el dolor que sientes”.

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Esta es la nota que escuetamente aparece en la página de la FEDERACIÓN MUNDIAL DE LAS OBRAS EUCARÍSTICAS  DE LA IGLESIA (FMOEI), https://www.opera-eucharistica.org/  hasta el día que redactamos esta necrológica.

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Conocí a Eduardo Moreno Gómez, en tiempos del Padre  FJ. Fesser,  allá por los años 75 u 80, aquí en Ciudad Real, en el entorno del   Apostolado de la Oración, y del  MEJ (Movimiento Eucarístico Juvenil), cuando ya empezaban a moverse muchas áreas pastorales que el Vaticano II había venido a empujar y renovar y que en nuestros entornos no habían conseguido un desarrollo muy adaptado a los nuevos tiempos que se avecinaban, pues casi todo se había ido “unificando”  hasta dejar vacíos y vacías que no conseguían  extender la potencia del Evangelio , ni dejar a la Iglesia aflorar en su pujanza.

Pues tampoco el Pueblo de Dios – como siempre- iba más allá de una  bendita obediencia a todo y como lo planteaban las,  benditas también, jerarquías de entonces, cosas que con el tiempo, las posibilidades  y las relaciones  humanas  se han ido multiplicando y fortaleciendo en su diversidad  y matices, e incluso en la presencia o redescubrimiento de los carismas que el Espíritu ha ido sembrando por doquier.

Aunque no sé yo si el pueblo cristiano los ha explotado en todos los sentidos que requeriría  una auténtica  evangelización, cuando ahora las cifras de ciertos fenómenos consecuentes a la vivencia y práctica de la fe parecen desengañarnos de los esfuerzos realizados  en el ámbito de la fidelidad a los planes de Dios.

Pero esto no es lo que quería decir, sino  dar a conocer un poco las circunstancias en que conocí a  la familia de Eduardo,  a  Margarita su esposa, a Marga, a Edu y  María José,  sus hijos , con los que he mantenido relación e incluso he podido trabajar en aspectos distintos del compromiso social. Porque Eduardo, ha sido uno de esos hombres que han vivido y protagonizado, en la medida de sus posibilidades, la historia de España y de la Iglesia, en la fidelidad y la discreción a sus profundas convicciones católicas, que en el afortunado y largo periplo de su vida, ya casi nonagenaria, ha sabido mantener el rumbo contra viento y marea y en toda la extensión de nuestra península, – como lo muestran la cantidad de notas y recuerdos que se están recibiendo de  amigos, familias e instituciones al enterarse de su fallecimiento , a través de los wassaps como de otros medios más formales.

Eduardo ha sido uno de los adoradores nocturnos españoles que más ha vivido esa vocación y más la ha difundido. Pero en nuestra parroquia, en nuestra ciudad y en la nación, tal vez para que nos curemos de esa siempre supuesta soberbia que quienes llevan el certificado oficial de “humildes” de toda la vida, atribuyen a quienes no son de su misma cuerda  un discutible “éxito” socioreligioso. Pues sí, tal vez lleven razón. Tal vez lo que ha venido siendo la ADORACIÓN  deba  asumir la devaluación de los tiempos – que no el hecho y el asunto- pero, como tantos otros y otras que desaparecen ante los sagrarios para ir al Último Sagrario, este buen hombre- que ahora no está-, se va sabiendo  cuánto, qué y cómo podía echarse encima tantos kilómetros de coche, a cualquier hora del día y de la noche, y por qué lo hacía , mejor dicho: por QUIEN lo hacía.

Pues esto es lo que quería decir. Todo cristiano comprometido sabe que a lo largo de la historia hay en su camino valles, montañas, llanuras; y que en el mar de los fenómenos de opinión hay crecientes, arboladas y bajamares… hay que vivirlo todo y quedarse con lo bueno, que es lo que Eduardo eligió – estoy convencido- para sus últimos días: morir ante el Señor, como había vivido, como un auténtico cruzado eucarástico, que las noches no han sabido arrebatar. Y así él ahora, en pleno día, nos acompaña para seguir fortaleciendo la Obra Eucarística de Jesucristo, en cualquier lugar del mundo, pues si Eduardo no llegó a más fue porque no encontró más medios. Pero ahora los tiene todos, porque está en Su principio: Jesús sacramentado. A quien agradecemos que haya personas así, tan cerca de nosotros, a pesar de todo.

                                                                         

                                                                 “No olvidéis las acciones de Dios” ( Sal.77)

                

  Ciudad Real, 13 de Enero de 2017.

                                                                                                                                         Vicente Ruíz Blanco +

    Secretario de la FMOEI.