El día ocho de diciembre marca el tiempo de un embarazo con respecto al día ocho de septiembre del año próximo. En septiembre, la Iglesia ha celebrado desde antiguo el día del nacimiento de María de Nazaret; por ello, el ocho de diciembre se celebra el día de su concepción, del comienzo de su vida en el seno de su madre, Ana.
A esta concepción le ponemos un adjetivo en latín, “in-maculada”, sin mancha, sin pecado. De esta forma, la Iglesia proclama una de sus verdades más profundas: María es la mujer sin pecado desde siempre, desde antes de nacer, desde su misma concepción. Ella no puede decir, con el Salmo cincuenta, “en la culpa nací, pecador me concibió mi madre”. Además de su falta de pecado personal, la Iglesia quiere insistir en la concepción inmaculada para decir que María tampoco participó del pecado original con el que todos venimos al mundo.
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