Hacia el Domingo…18 de abril de 2021: «HA IRRUMPIDO EN MI CAMINO»

Las apariciones de Jesús resucitado a sus discípulos suelen tener un mismo esquema y unas claves que se repiten. Vamos a destacar algunas de estas claves, importantes para poder comprender los relatos evangélicos que estos domingos leemos en nuestras parroquias.

EL DIÁLOGO

En la mayoría de los casos, se trata de una aparición colectiva. Los discípulos están reunidos, bien sea para pescar, para comer, para caminar… Este domingo, la lectura nos dirá que estaban reunidos contando cada uno su propia experiencia pascual: los de Emaús, Simón-Pedro y los demás. Es decir, en la reunión de los suyos, sobre todo cuando comparten su fe, Jesús se hace presente.

Es importante que los creyentes hablen de su propia experiencia de Dios, que cada uno abra su corazón para aportar su vivencia: es más fácil que, entonces, el Señor se haga presente y llene de realidad y alegría nuestra conversación.

LA COMIDA

En casi todos los casos existe una comida, o el Señor mismo pide que le den de comer, o prepara el pescado él mismo para los discípulos. Comer sirve para insistir en la realidad de su presencia: el Resucitado no es un fantasma. Por otro lado, nos recuerda la comida central del cristianismo: la Eucaristía. Esto es claro, sobre todo, en el camino de Emáus. Se trata de un mensaje para los lectores de todos los tiempos: Jesús se aparece a los suyos en la celebración de la eucaristía, cada domingo, como memoria viva de su victoria sobre la muerte.

EL RECONOCIMIENTO

En algunas apariciones, los discípulos no reconocen al Maestro en el primer momento; es necesario un proceso de reconocimiento. La presencia no es evidente, Jesús resucitado es sorpresa inesperada: no estamos preparados a su llegada, su realidad nueva no cabe en nuestro conocimiento limitado. Creer no es ver, sino reconocer. De hecho, los de Emaús son, de nuevo, ejemplo para todos los lectores: cuando veían a Jesús no lo reconocían y, al final, cuando llegan a reconocerlo, dejan de verlo. Él está ahí, pero necesitamos volvernos, como María, para reconocer su presencia.

EL CONOCIMIENTO

En la línea del reconocimiento, muchas apariciones, sobre todo en san Lucas, nos hablan de comprensión. Jesús abre la inteligencia de los discípulos para que comprendan las Escrituras y para que comprendan la cruz de Jesús desde las Escrituras. Gracias al Resucitado presente, la historia de Jesús y la historia del hombre adquieren una claridad elocuente, también la propia historia personal del creyente.

Desde el final conocemos el camino: Cristo es final de todo, plenitud del hombre; por eso, desde él, comprendemos nuestra vida y los caminos de Dios por el mundo de los hombres. Él es la luz del futuro que alumbra nuestro presente para darle una meta.

LA MISIÓN

Es, tal vez, el elemento más presente en todas las apariciones: el Resucitado da una tarea a sus discípulos, los envía a una misión en su nombre. San Lucas subraya que esa tarea consiste en ser testigos: el mundo se parece a un gran juicio, como también le gusta decir a san Juan. En este gran juicio, los cristianos son los testigos de la verdad, de Dios, de la misericordia, del triunfo del bien.

Los creyentes son testigos, no de una idea, de una buena idea, sino de un acontecimiento: Jesús, el Hijo de Dios, ha muerto libremente y ha resucitado triunfante para devolverle al hombre la esperanza, para superar todo pecado y cualquier oscuridad. Los creyentes son testigos de la belleza de Dios y su bondad que toma carne en el cuerpo luminoso del Crucificado que ha vencido el pecado y todas sus consecuencias.

Manuel Pérez Tendero