El pasado viernes, día veintinueve, celebraba la Iglesia a dos de sus santos más queridos: san Pedro y san Pablo, verdaderos cimientos de la fe cristiana y mártires ambos de la ciudad de Roma, a la que le han regalado su carácter de corazón del cristianismo.
Con motivo de esta festividad, la liturgia recordaba uno de los momentos más importantes de la vida de Pedro en su seguimiento del Maestro: la confesión de fe en el norte de Israel, junto a la ciudad de Cesarea, construida por Filipo, hijo de Herodes, como capital de su territorio. Pedro confiesa a Jesús como “Mesías e Hijo del Dios vivo”.
Es muy interesante la respuesta de Jesús. El Maestro nombra a Simón como Cefas, palabra aramea que se corresponde con el griego Petrós y el latín Petrus, “piedra”. Junto a este símbolo también aparece el de las llaves del Reino, recordando una profecía de Isaías. El evangelista nos muestra un momento crucial en el que Jesús nombra a Simón como cimiento y mayordomo de la Iglesia, un gesto instituyente en toda su magnitud. Está naciendo el papado; pero querría fijarme ahora en un matiz importante de este momento fundamental.
Sigue leyendo «Hacia el Domingo…1 de julio de 2018 «JEFE DE PERSONAL»»